La escritura es un encuentro

En medio de la emoción por los hallazgos de la inteligencia artificial y sus maravillas, de redes sociales y aplicaciones que nos acercan en segundos a quienes están en el lado opuesto del globo terráqueo, las personas seguimos recurriendo cotidianamente al alfabeto. Tuiteamos, chateamos y tecleamos en los teléfonos, en computadoras, para blogs, con letras que arman palabras, que componen frases y párrafos que nos permiten compartir nuestras ideas y sentimientos de manera eficiente. Escribimos trazos en tabletas luminosas, del mismo modo en que en la antigüedad se delineaban los símbolos de la primera escritura en tablillas de barro. Y quien lee descifra el mensaje.

La escritura es un encuentro, es un acuerdo social, una convención (del lat. conventio, -ōnis: asamblea, reunión, concierto, pacto). Escribir es estar de acuerdo en un sistema de signos que se interpretan en común, es haber pactado un idioma para entendernos. Los trazos se vuelven lazos que nos unen de algún modo. Escribir es un acto que implica la voluntad de encontrarnos, de pertenecer a una comunidad, a un colectivo. Por eso escribir nos ha sido, nos es y nos será siempre imprescindible.