LOS PENDIENTES DE LA MAESTRA O CÓMO PIENSA UNA MAESTRA EN LOS NIÑOS, LAS ESCUELAS, LAS FAMILIAS Y LA SOCIEDAD DE HOY. Mari Carmen Díaz Navarro
- 20 sept 2024
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 22 jun
LOS PENDIENTES DE LA MAESTRA
O CÓMO PIENSA UNA MAESTRA EN LOS NIÑOS, LAS ESCUELAS, LAS FAMILIAS Y LA SOCIEDAD DE HOY
Mari Carmen Días Navarro
Graó. Barcelona, 2011.
En estos tiempos de «hoy», parece que cualquiera esté capacitado para opinar de educación. Así, nos hemos dejado acostumbrar a pareceres y opiniones de personas alejadas de este ámbito profesional, ya sea en la prensa o en debates de radio y televisión. Opiniones misceláneas (ahora toca calidad, mañana métodos de enseñanza, pasado desmotivación docente, al otro disciplina en casa y/o en la escuela…) nos hablan con una perspectiva negativa del asunto. Opiniones cuestionables la mayoría de las veces, por carecer del más mínimo rigor científico, van calando en las mentes y en los sentires del personal de a pie.
¿Por qué es tan mediático «hoy» hablar de educación? Una cosa es hablar –¡a favor de la palabra, siempre!– como amateur o aficionado y otra opinar con conocimiento. Por eso es de agradecer que en estos tiempos de hoy «corra la voz» de Mari Carmen Díez, maestra con más de 41 años de oficio, en una columna de prensa. Este volumen reúne una selección de estos escritos agrupados en cuatro bloques transversales: niños, escuelas, familias y sociedad. Palabras que salen de la cabeza y del corazón, del piso de arriba y del piso de abajo, por utilizar expresiones de la autora.
La lectura de las páginas de este libro me ha confirmado una serie de constantes que, a mi entender, aparecen en toda la obra de esta autora y que son, en definitiva, la esencia de su manera de hacer escuela, de entender la infancia y de mirar la vida.
Para ella, amor y pedagogía son dos conceptos que conviven estrechamente y se hacen inseparables. Eso que desde hace unas décadas venimos llamando educación emocionales la fe que abraza y practica Mari Carmen como maestra y como persona desde mucho, muchísimo tiempo antes de acuñarse este término. La razón, la ciencia y la pedagogía no están enfrentadas con las emociones, con el instinto, con el amor, como ya narró con altas dosis de ironía y humor Miguel de Unamuno en su primera novela, Amor y pedagogía, publicada en 1902.
Es en esta confluencia, conjugando todos estos matices, cuando se descubre entonces a una maestra que vive su profesión con pasión, que se ilusiona, que escucha y mira, que duda, que se equivoca, que sabe de métodos y de programas, pero que es capaz de resituar «lo programado» cuando es necesario; que sabe que para llegar lejos conviene ir acompañado, creando y compartiendo compromisos con los niños y niñas, con las familias; que sabe que tejiendo complicidades con la comunidad se avanza mejor, se aprende mejor.
Sus inspiraciones, sus musas pedagógicas son las cotidianidades de la vida, aquellas pequeñas cosas infinitas que pasan en el devenir del aula y de la escuela, en el seno de las familias, en la calle… Miren si no lo que dan de sí «unos pendientes», «una cama azul», un «me he vuelto malo» o un «¿tienen juguetes normales?», por entresacar algunos resortes de los escritos de este libro, y vean cómo sutilmente se transforman en sabia pedagogía sin parecerlo, pedagogía de escuela, de crianza, de compromiso y denuncia social.
Corren tiempos de prisas y aceleraciones, urge recuperar la calma, priorizar las necesidades y desacelerar las urgencias. Qué bien si el amor y la pedagogía, aderezados con la pasión y el humor que transmiten las páginas de este libro, consiguen alumbrar, aunque sea un poco, nuestro camino cotidiano para encarar los asuntos escolares y educativos; qué bien si nos proporcionan el sosiego necesario para acoger, mostrar y acompañar a los niños y las niñas en la escuela, en la familia y en la sociedad. De este modo, sin duda, contribuimos en nuestro día a día a conseguir una sociedad mejor, más amable y generosa con el otro…
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