Cohabitar entre diosas y sirenas, re-sentir mi cuerpo y recomponer mi espiritualidad

La disertación responde a la invitación que recibí de mi compañera de estudios doctorales, María Andrea González Benasini, quien me pidió departir sobre mi propia experiencia con las mujeres de la comunidad durante “el recorrido haciendo la tesis”. Empero, aclaró Andrea, con una perspectiva más que académica, tocante a la espiritualidad vinculada a la vivencia. De ahí que mi conversación está motivada por esta provocación y en ese sentido puedo afirmar que, el germen del deseo de mi investigación proviene de una emanación de espiritualidad, si entendemos a esta en los términos que Julián Cruzalta la explica. Es decir, como una cualidad que nos permite “ser sensibles ante la vida.” De re-sentir[1] en carne propia a la alteridad en su dolor estructuralmente provocado por todo un sistema de injusticias configurado por el poder. O bien, experimentar la potencial capacidad de vibrar con la otredad vulnerabilizada –y el mundo–, habilitada por la propia contextura cerebral humana, de modo que podamos sentirnos coparticipes de, en y con ella (Rolnik, 2006). Tal y como lo hicimos mujeres coatetelquenses y yo, siendo que ellas se encuentran entrecruzadas por una encrucijada de dominaciones producidas por la colonialidad patriarcal del poder: la en-generización femenina y su inseparable infravaloración, la indigenización y, como si consustancial a esta lo fueran, el empobrecimiento, discriminación, falta de oportunidades, desprecio.

[1] Utilizo el verbo re-sentir con el prefijo “re” separado por un guion de la palabra raíz sentir dada mi intención de expresar el poderoso impacto corporal de una experiencia o percepción corporal, sentida una y otra vez, sentida desde las entrañas o sentida atravesando mi cuerpo a tal punto que me conmociona e interpela, llegando incluso a alterar mis supuestos, posicionamientos éticos, políticos o espirituales, principalmente, de cara a la otredad subalterizada. Re-sentir, también puede connotar lo que Suely Rolnik (2019) llama “emoción vital”, la cual, en mi interpretación es “capaz de trastocar en profundidad los ánimos a tal punto que [hace explotar el devenir de] una actitud crítica” (Bustos Garduño, 2022: 420) transformadora.